lunes, 15 de abril de 2013

De conejos, duendes e identidades

Entre una declaración de principios y una charla de café (si es que no es lo mismo), entre Delfina, Fernando y Marcela. Septiembre 2002.


El propósito de este trabajo es reflexionar acerca de practicas y vivencias particulares que llevamos a cabo, desde hace varios años, en un Centro de Día y distintos talleres de capacitación laboras destinados a niño/as y adolescentes en situación de calle.


La Asociación civil C.H.I.C.O.S. se crea hace diez años y se plantea como uno de sus objetivo evitar la internación como paso obligado en el abordaje institucional de chicos en 
situación de calle, es decir que tanto el paradigma como las practicas que se desarrollan desde entonces, corresponden a un modelo alternativo.


Entendemos que las estrategias de trabajo no son estáticas sino que su diseño es construido a partir de la confrontación de estas con las necesidades y requerimientos propios de los cambios en la problemática. Nuestra forma de concebir el trabajo, la voluntad de los actores de participar del proyecto y el rol del adolescente como “sujeto” de la capacitación facilitarán la consolidación de identidades capaces de resignificar sus historias personales, familiares y sociales; y desde ahí, solo desde ahí, poder pensarse (proyectarse) en otro lugar dentro de la sociedad.

Es un espacio de encuentro desde donde trabajamos intentando tomar conciencia de las proyecciones que los otros hacen sobre nosotros y el impacto que esto nos produce en relación a nuestra propia historia.

En este aspecto (la convivencia) (la elección de trabajar compartiendo la vida cotidiana) implica poner en juego, por parte de todos los actores que participan, elementos subjetivos y personales que poco tienen que ver con la asepsia del medico o el terapeuta. Creemos importante destacar que en este compartir, en esta elección de la cotidianeidad como espacio de intercambio y encuentro, en tanto sostenemos roles, funciones y lugares diferentes, desestimamos el miedo a fundirse en la relación con el otro.

Es cierto que nuestra practica se desenvuelve sobre un filo problemático en relación al modo en que pensamos la intervención con los chicos. Esta fluctúa permanentemente entre la cercanía, la cooperación, el juego, la solidaridad, a la vez que tratamos de no caer en complicidades poco operativas y hasta devastadoras.

Este intento constante de desarrollar la capacidad de ponernos en la piel del otro nos lleva a no condenar ciertas practicas de los chicos, pero también nos negamos a naturalizarlas de ningún modo.

Creemos importante poder desdramatizar estas experiencias, quitarles el peso moral que poseen como pecado o crimen y de este modo desestabilizar ciertos rasgos propios de los discursos sociales que los atraviesan. Según los cuales los únicos destinos posibles serían los institutos cerrados, reformatorios, cárceles o la muerte. Nuestras acciones tienden a instalar el futuro como una opción posible. Nuestro duende es la esperanza.

Es importante resaltar la contradicción poco develada del “deber ser” del niño de la calle” que se considera a sí mismo como “rebelde” , pero, a la vez es “obediente” con respecto al lugar social que se le asigna.

La instalación de algunos rituales tienen que ver con la posibilidad de deconstruir estos mitos sociales que sobre ellos recaen y con los que, indefectiblemente, terminan identificándose.

La sociedad les devuelve como espejo que son “feos, sucios y malos”, con tanta regularidad que los niños interiorizan estas miradas negativas. La construcción de espacios lúdicos y recreativos donde puedan expresar la ternura y alegría que los constituyen, les posibilita perder el temor a poder descubrirse, mostrar y mostrarse las sensibilidades y fragilidades que les son propias.

Muchas de las actividades que se realizan están orientadas a estimular la construcción de sueños y fantasías. Es muy común por ejemplo que los niños manifiesten que en el futuro desean ser grandes músicos o poetas.

Los rituales nos dan cuenta de la tramitación de los cambios de estado y son fundantes del transcurso del tiempo. Por ejemplo cada año al terminar con el Torneo Anual de Fútbol se le entrega a cada participante una medalla y un diploma que aparte de tener su nombre enumera la cantidad de goles convertidos, en cuantas oportunidades se destacó como mejor compañero, arquero, defensor o jugador.

Otro ejemplo se remite a la finalización de la capacitación en alguno de los talleres, el participante que egresa es despedido por sus compañeros y coordinadores con un juego improvisado en donde todos le demuestran y dedican algo personal. En el taller de serigrafía se realizó un sorteo con papelitos donde estaban anotados partes de su cuerpo, quien sacaba un papelito decidía que hacer con esa parte del cuerpo que le tocaba, hubo quien le dio la mano, le hablo a su codo, le corto un rulo y así: un delirio, un delirio productor de sentido.

También somos muy cuidadosos de festejar siempre la primera vez que alguien hace algo, elogiar el primer dibujo, primer trabajo en madera, primer cumpleaños compartido con nosotros. En la medida de lo posible intentamos dejar registro de estas instancias: fotos, escritos, videos. Otras inscripciones.

Dentro del Centro de Día, todos nos llamamos por el nombre, no esta permitido que los chicos utilicen para dirigirse entre ellos sobrenombres, calificativos despectivos, se insulten o agredan físicamente. Cuando esto ocurre, además de invitarlos a conversar sobre lo sucedido, los niños deben pedirse disculpas antes de reanudar sus actividades. Este ritual en apariencia nimio y poco acorde a las legalidades que rigen en la calle, constituye una posible actualización dirigida a comenzar a referenciarse como agente de la reparación del daño. Propiciamos la palabra como herramienta predilecta en la resolución de conflictos.

Pensamos que formamos parte de una institución alternativa en oposición a lo que podría ser entendido como institución total, entendiendo a éstas como lugares en donde todas las resoluciones tiene un carácter monolítico, donde los referentes institucionales se presentan ante los beneficiarios como los poseedores de todas las respuestas y soluciones y donde se adopta una actitud paternalista que no permite interferencias. Esta relación ilusoria suele ser la mas cómoda para ambos. Lejos de estas comodidades y sin temerle a nuestras contradicciones y errores, pensamos que toda intervención es parcial, limitada a la elección, a la actuación del otro. Como el psicoanálisis bien ya ha demostrado solamente se puede acceder a la dimensión de sujeto deseante cuando se posibilita el encuentro con un otro barrado, imperfecto, no total.

Pensamos la atención como personalizada y personalizante. Concebimos una practica que poco tiene que ver con tácticas y manejo de grupos.

Todos los días al llegar o irse del Centro de Día se pone un especial énfasis con respecto al saludo, aparte de saludarse con la mano o un beso, el ¿cómo estas? va con dedicatoria por así decirlo. El saludo tiene siempre pegado el nombre, el tiempo compartido, el conocimiento mutuo, no es en absoluto un acto complaciente y descomprometido.

En este sentido, la nuestra es una practica donde se mezclan los afectos, donde hay lugar para la pasión, donde se establecen relaciones personales muy intensas, que lejos de constituirse en un obstáculo para la tarea, la posibilitan. Existen “ondas” que si bien deben ser analizadas, pueden ser muy operativas en el marco de la convivencia. En muchas oportunidades los chicos piden hablar con alguno de nosotros en particular, no necesariamente de problemas o conflictos típicos de la problemática, sino que puede tratarse de cuestiones que en apariencia no tienen que ver con nuestra función, con la tarea común. Aparecen relatos sobre elecciones amorosas, futuros quiméricos, proyectos ambiciosos y otras “intimidades”. En este aparente sin sentido, en este aparente corrimiento, estamos comenzando a centrarnos sobre un eje posible, sobre el eje que elegimos... comenzar a ubicarse en otro lugar y a proyectarse en el futuro.

Posteriormente habrá que hacer lugar a la dura tarea de confrontar el mundo de lo posible, el de las potencialidades, con el de las escasísimas oportunidades que el sistema nos ofrece a TODOS, no solo a ELLOS. De la perversidad de culpabilizarlos a la oportunidad de encontrarse en el problema del otro.

Los Talleres de capacitación laboral no solamente están orientados a que aprendan un oficio. Aparte de la tarea en si, el acento se encuentra puesto fundamentalmente en fomentar pautas de convivencia y colaboración, basados en valores de solidaridad y compañerismo. Creemos que estas experiencias también los constituyen y hacen marca. Luego de haber concluido su capacitación, los adolescentes y jóvenes se enfrentan a las dificultades propias de la inserción en un mercado laboral empobrecido y excluyente, en este sentido, nuestra intención se encuentra orientada a que luego de haber transitado por los espacios de los Talleres ellos hayan descubierto la dimensión de sus posibilidades, que puedan pensarse como poseedores de un saber. “saben que pueden”

Nuestro conejo es la dignidad, única causa, único motor o elemento generador necesario de la indignación, que proporciona la fuerza para dar un salto, un golpe de timón.

Marcela, Delfina y Fernando

lunes, 1 de abril de 2013

Desafiando la Profecía: la posibilidad de la institución

Habitualmente el ámbito para el desarrollo de un niño es su familia. El espacio elegido para la recreación, su barrio. La escuela concentra el lugar de muchos de los aprendizajes, pero… cuando las costumbres y las prácticas son de otra índole… cuando el niño se excluye o es descartado por estos diseños sociales e institucionales …aparecen en escena otras instituciones. Esas son las que nos perturban, es decir, las que se ocupan de niños que se desenvuelven en otros espacios. Para decirlo sin eufemismos: la calle. Prematuro lugar de proveedor, sostén y soporte de otras historias de vida.

El uso y las costumbres, entre otras cosas, le impone tareas preconcebidas y fijas a una institución. Son las instituciones para las buenas costumbres, en las que se consuma la costumbre de instituir y de fustigar.

Pero algunas veces… la institución resiste y puede también ser una posibilidad, posibilidad de hacer costumbre el acto radical y transformador de desafiar la profecía.

El propósito de este trabajo es reflexionar acerca de prácticas y vivencias particulares que llevamos a cabo, desde hace varios años, en un Centro de Día y distintos talleres de capacitación laboral destinados a niño/as y adolescentes en situación de calle. Al mismo tiempo intentaremos mencionar algunas síntesis operativas y conceptuales a las que arribamos y que nos han sido útiles para desentrañar la complejidad de la realidad con la que trabajamos. Sin duda el diseño de nuestras intervenciones, nuestras dudas, avances y retrocesos, está anclado en esta complejidad, en los saberes que se van construyendo y en la encarnadura individual que esos saberes adoptan. También queremos señalar que los que trabajamos en estos espacios estamos absolutamente comprometidos con una fuerte voluntad de transformación de las diversas legalidades que definen la construcción de un modelo institucional.

Acerca de la institución

Una breve historia

Este grupo comienza su conformación en el año 1989 a partir del Programa “La Casa”, iniciativa del gobierno municipal. En el año 1992 el equipo Técnico de este programa, decide abrir la experiencia desarrollada convocando a la comunidad a participar en la gestión del proyecto y así se conforma la Asociación Civil C.H.I.C.O.S.. La convicción que tanto el Estado como la Sociedad Civil deben tener injerencia concurrente en esta cruel realidad, nos ha acompañado y sostenido desde el inicio en la construcción de esta institución. Desde entonces esta gestión asociada entre organismo gubernamental y asociación civil ha pasado por diversos grados de aceptación y confluencia, como también por grandes momentos de desencuentro y confrontación. Nuestra sostenida presencia en el ámbito de las instituciones vinculadas a la niñez y adolescencia promotoras de políticas públicas, nos ha permitido ampliar nuestra comprensión sobre la diversidad de infancias que conviven en nuestra ciudad. Tanto el estado municipal como las organizaciones no gubernamentales hemos trabajado intensamente a la par, minimizando la clásica confrontación y desconfianza que caracteriza la relación entre ambas instituciones.

Sin embargo, debemos dejar constancia de los efectos de ciertos desencuentros. Uno de ellos tuvo una gravitación muy importante en el rediseño de la institución. En enero del 2001, por decisión de los entonces funcionarios municipales, el Centro de Día para chicos y chicas en situación de calle ubicado en la zona céntrica de nuestra ciudad es trasladado a un pequeño inmueble muy alejado del radio en el que se mueven los chicos. Esta nueva ubicación nos hace pensar en una suerte de ocultamiento, en un ocultamiento de doble carácter; por un lado del proyecto en sí mismo, dado que si bien dependía de organismos del estado, había comenzado a construir un universo propio que, por estrechez político-institucional, fue visto con malos ojos y por el otro, la molestia que los llamados “chicos y chicas en situación de calle” producen en la ciudad como la cara insoportable de lo que somos capaces de crear.

De todos modos creemos que esta discusión acerca de las responsabilidades y acciones conjuntas reviste una importancia mayúscula. Historiar y analizar esta tensión- tarea necesaria y urgente-, ayudaría a dilucidar los roles que cada institución debe cumplir en una sociedad que puede y debe pensarse a sí misma. Es fundamental entonces comprender que estos enlace se vinculan directamente con el destino de la institución, en tanto repercuten generando modificaciones en la metodología, fortaleciendo o desarticulando ejes de acción, como así también cambios políticos y sociales más generales. Finalmente, es debatir de qué modo una sociedad puede hacerse cargo de la multiplicidad de sus conflictos y sus efectos tanto individuales como grupales.

Ante los conflictos optamos por definir una actitud grupal, basada en lo que dicta nuestra experiencia, nuestros soportes teóricos y nuestro posicionamiento ante la vida. Componentes que instauran nuestro compromiso, ese compromiso que hace que trabajemos día a día poniendo en juego toda nuestra disponibilidad humana.

En estas actitudes, en estos momentos de aparente soledad, casi al desamparo del Estado fuimos encontrando en el grupo la fuerza, la consistencia necesaria para forjar una nueva identidad, un nuevo estilo de institución.

Al igual que los chicos, cuando pudimos dejar de actuar para o contra quienes trababan nuestro hacer, descubrimos el placer de hacer esto que realmente nos satisface; crear, construir, inventar todos los días nuevas formas para esquivar el destino. Los chicos con los que trabajamos fueron parte de la construcción de esta nueva forma, es decir, lucharon para construir una institución diferente. En ese proceso fuimos visualizando la factibilidad de romper con la inercia, con el destino, con lo inevitable. Esta refundación institucional, nos permitió, a su vez, la posibilidad de inaugurar otras formas de la subjetividad, tanto en los chicos como en nosotros. En ellas intentamos reconocer nuevas posibilidades. En nuestra institución, eso que llamamos la posibilidad, tomó una forma concreta: una casa para CHICOS en la zona céntrica. Este aporte significó mucho más que el dinero para comprar la casa, es la certeza de tener un lugar propio para continuar en el intento y en la insistencia de este camino.

Este hecho trajo aparejado un incremento en la visibilidad de la institución lo cual propició el fortalecimiento de la misma.

Acerca de la profecía

Los niños y adolescentes pobres tienen su destino señalado y lo saben. Su tránsito y experiencias en la calle, los trabajos que allí realizan y el alejamiento de sus familias generan innumerables conflictos y no hacen más que confirmar diariamente el destino que se les ha fijado. Estas experiencias son consideradas de alto riesgo, y como tal, enhebran no solo la identidad de los sujetos intervinientes, sino también la de la sociedad.
Creemos importante poder desdramatizar estas experiencias, en el sentido de quitarles el peso moral que poseen como pecado o crimen y de este modo desnaturalizar rasgos propios de los discursos sociales que los atraviesan. Según los cuales los únicos destinos posibles serían los institutos cerrados, reformatorios, cárceles o la muerte.

El desafío entonces también incluye el esfuerzo de revertir estas creencias generalizadas a partir de lo que les fue negado, pero también apostar a una construcción que instaure el saber y la palabra como herramientas capaces de generar transformaciones.

En general las personas y las instituciones que trabajan en este ámbito llevan sobre sí preceptos de salvación y protección de la niñez, (alguna vez alguien tendrá que hacer también la historia de la beneficencia en la Argentina) los cuales disocian, parcializan y diluyen aspectos significativos y constitutivos de la problemática. Sabemos que nuestra práctica se desenvuelve sobre ese filo problemático en relación al modo en que pensamos el encuentro con los chicos. Este fluctúa permanentemente entre la cercanía, la cooperación, el juego, la solidaridad, a la vez que tratamos de no caer en complicidades poco operativas y hasta devastadoras.

Las prácticas realizadas tradicionalmente niegan por completo la trama cultural y social donde se inscriben sus realidades cotidianas. La dificultad se encontraría entonces, en la posibilidad de situarnos en un espacio más acotado, pero no por eso menos perturbador, desde donde no esperamos resolver “todo” con nuestras intervenciones, ni siquiera “resolver” algo... y tal vez , “solo” crear un vinculo, acercarse, escuchar y lo mas difícil de todo: habilitar el espacio para que el niño hable.

En este sentido, nuestra práctica se define en un tejido enigmático y complejo, en el que se combinan los afectos, donde hay lugar para la pasión, donde se establecen relaciones personales muy intensas, que lejos de constituirse en un obstáculo para la tarea, en más de un caso, la posibilitan.

Podríamos afirmar que constituimos una institución alternativa en oposición a lo que podría ser entendido como institución total, en tanto éstas se erigen como lugares en las cuales todas las resoluciones tienen un fuerte carácter monolítico, donde los referentes institucionales se presentan ante los "beneficiarios" como los poseedores de todas las respuestas y soluciones y en donde se adopta una actitud paternalista que no permite interferencias. Esta relación ilusoria suele ser la mas cómoda para ambos. Pretendemos estar lejos de comodidades. Pero es necesario también señalar que la metodología de intervención cambia y está inscripta en la reunión que inevitablemente se produce entre los diversos universos normativos.

En ese sentido toda institución debe saber que se encontrará con legalidades muy contrapuestas, que de aceptarlas, la misma tarea institucional correría peligro. Esta es la paradoja y el desafío más espinoso que atraviesan este tipo de organizaciones, a saber, no aceptar la legalidad de la calle, al mismo tiempo saber que su función es recibir sujetos que se rigen por ellas y sobre los cuales se decide no ejercer un sistema represivo, pero tampoco puede naturalizar la prevalescencia de esa legalidad. En el medio de estas complicaciones, de esa singularidad institucional se debate el sentido y la responsabilidad de los que participamos en ella.

Hemos elegido trabajar compartiendo la vida cotidiana. Sabemos que esto significa retirarse de la asepsia médica o terapéutica. Pero en este compartir, en esta elección de la cotidianeidad como espacio de intercambio y encuentro, en tanto sostenemos roles, funciones y lugares diferentes, nos hemos esforzado por evitar la disolución de las individualidades.

Acerca de la posibilidad

A lo largo de la historia de la institución hemos transitado por diferentes modelos y criterios de abordaje. Citamos (textual) a continuación el texto que escribiéramos en 1992, al momento de cerrar el clásico hogar de puertas abiertas y abrir el Centro de Día.

La idea inicial fue trabajar con los llamados "operadores de calle" que derivasen a un centro niños y niñas en situación de calle. El objetivo que se planteaba era evitar el riesgo que implica el trabajo callejero de los niños sustituyéndolo por la creación de unidades productivas familiares. (Mayo 1989)

El trabajo de los operadores pone en contacto al equipo con la población de los chicos de la calle; ante la carencia de instituciones que abordaran esta problemática, que supone una situación de riesgo mayor, un grupo de miembros del equipo plantea hacerse cargo de la misma. Se inicia la experiencia con la creación de un espacio de trabajo diurno que nos permite realizar los primeros contactos con niños que, habiendo roto el vínculo familiar, adoptan como hábitat la calle y desarrollan en ella distintas conductas de alto riesgo. (Enero 1990).

En el trabajo con los niños observábamos progresos que veíamos desmoronarse ante la falta de contención durante la noche. Dado que las únicas instituciones destinadas a la "atención" de estos niños, eran Policía de Menores y un instituto cerrado de características penitenciarias, resolvimos en Julio de 1990 la creación de una propuesta de convivencia para “chicos de la calle”. (Parque Oeste)
En él se trabajaba con un sistema de puertas abiertas donde los niños concurrían voluntariamente y no eran objeto de penalidades si resolvían dejar la institución.

En un comienzo, este espacio concentraba todas las actividades de los niños: recreativas, laborales, terapéuticas, educativas, etc. Paulatinamente se realiza una apertura tendiente a la inserción social de los mismos; en lo educativo, concurriendo a las escuelas de la zona, y en lo laboral, participando de las actividades de distintos espacios municipales mediante un sistema de becas.

La institución recibía un grupo de cincuenta menores, constituyéndose una población estable de doce, con quienes se mantiene un trabajo continuo durante dos años. Al cabo de este proceso, los jóvenes van resolviendo sus situaciones y se produce el egreso de diez de ellos.

El equipo en este momento (Agosto 1992) evalúa su práctica y resuelve modificar su metodología de trabajo atendiendo a los siguientes ítems:

Es preciso crear un espacio intermedio entre el trabajo de calle y la restitución de la convivencia del menor, ya sea en su familia o en hogares. (Centro de Día. Se concreta en Septiembre/93)

Se considera necesario ampliar la población a la que se da respuesta, no quedando la tarea acotada a un grupo reducido.

Durante este período surgen, por iniciativa de grupos religiosos, algunos hogares que aceptan trabajar con chicos de la calle.

Resulta indispensable una combinación eficaz entre los distintos grupos que trabajan con la problemática a fin de complementarse y brindar una atención más orgánica. (Parte del equipo interactúa con Hoprome, Dios es Amor, Comunidad Toba, Departamento de la Juventud, durante 1992/93).

Se encuentra conveniente construir un centro de producción propio (comenzando a fines de 1992 en el espacio donde funcionaba el hogar).

El equipo elabora entonces un programa que contempla las siguientes instancias:
  • Trabajo de Calle.
  • Centro de Día.
  • Centro de Organización del Trabajo.
  • Relaciones con otras instituciones.
A partir de ese momento los cambios en el modelo de abordaje pasan por los dispositivos que se implementan en cada uno de estos espacios.

Debido al recorte de esta presentación mencionaremos brevemente algunos de ellos:
  • Inicialmente el espacio del Centro de Día concentraba en un único tiempo todas las tareas de atención integral: alimentación, higiene, recreación, atención terapéutica, etc. Los miembros del equipo técnico eran los encargados de generar actividades artísticas o recreativas según los recursos con los que contasen.
  • Posteriormente se incorporó una tallerista que desarrolló un Taller de Circo, con una frecuencia de dos encuentros semanales. Esa resultaba la propuesta ordenadora del resto de las actividades recreativas.
  • Nos resultó conveniente diversificar la oferta de actividades y al año siguiente definimos la incorporación de otros talleristas. Si bien los talleres podían tener vinculo entre sí no eran pensados como espacios que se integrasen y retroalimentasen.
  • Durante unos años sostuvimos los mismos talleres. En el convencimiento de que determinadas tareas eran beneficiosas para los chicos y que paulatinamente se irían interesando por las propuestas aunque inicialmente no a todos los motivasen las mismas actividades. Muchos de estos talleres estaban muy ligados a la producción de objetos, al desarrollo de habilidades motrices, rudimentarios oficios. La necesidad de un producto que posibilitase la significación.
  • En la actualidad los talleres son pensados por términos más acotados. La elección obedece a nuestros análisis, a los pedidos de los chicos y a las características que reconocemos en quienes puedan hacerse cargo de los mismos. Aceptamos propuestas de voluntarios y se ha diversificado aún más el espectro de opciones. No pensamos que todos los chicos deban pasar por todos los talleres. Fomentamos la oportunidad de que elijan, que aprendan a fijar por donde quieren transitar. En este momento los talleres se retroalimentan entre sí: la producción del Taller Vivencial puede servir de disparador del Taller de Producción Escrita y sus textos convertirse en guiones de las escenas del Taller de las Historias. Los Talleres de Capacitación Laboral proyectan en conjunto y cada uno de ellos ejecuta lo que le compete. El Taller de Artesanías construye los envases de la Panificación Levavida. El Taller de Serigrafía imprime las remeras del taller de atletismo. Los souvenirs del Taller de las Pequeñas Madres son diseñados por los chicos del Taller de Carpintería y así…
Nos resulta interesante destacar que los cambios que fuimos realizando no tuvieron que ver con que ya no funcionase el modelo anterior. No ha sido el fracaso lo que impulso al cambio. La posibilidad de imaginar otras realidades posibles nos ha permitido ir generando variaciones. La experiencia, su sistematización, las evaluaciones permanentes, el análisis en grupo… estos son los componentes que permiten romper con la lógica que postula “ensayo y error” como la única teoría posible que pueden bosquejar quienes sostienen un trabajo de esta índole.

Atentos a los diversos discursos que hemos ido sosteniendo en el tiempo y las diferentes visiones que nos han interpelado, pensamos en una suerte de patrón que suele repetirse en la trayectoria de los equipos técnicos. La ilusión del comienzo, el desgarramiento que produce el conflicto, y el aprendizaje, el arribo a provisorias síntesis.

Esto no es pensado como una línea ascendente, de progreso continuo. Simplemente son momentos que ilustran una manera de pensar/sentir/hacer.

Si bien creemos que hay experiencias que son intransferibles y que muchos necesitamos comprobar, testear lo aprendido, también sabemos que la sistematización de la práctica y un adecuado encuadre, nos permiten fijar límites y criterios que sirven para regular nuestro furor, nuestro ímpetu por hacer.

Los niños con los que trabajamos y la urgencia de las situaciones por las que son atravesados reclaman de nuestro hacer. Es necesario controlar este reclamo. Estos niños pobres aparecen como DISPONIBLES… cualquiera dispone sobre ellos, los jueces, la gente que opina como deberían criarse, cual seria su mejor destino… La pobreza habilita a que todos efectivicemos una intromisión en sus vidas privadas. Nosotros mismos estamos disponiendo, definiendo en muchos casos su destino… y más allá de ratificar la parcialidad de nuestras intervenciones… cargamos con el peso de esta definición en nuestros hombros. Expropiamos derechos o habilitamos la inscripción de algún futuro posible?.

El futuro no es posible” … ni siquiera un futuro mejor es posible… Qué hacemos con lo inevitable? Cómo apartamos la resignación? En nuestra práctica aparece la solidaridad como estrategia de resistencia en el ámbito cotidiano, desde donde podemos recuperar nuestra emoción, nuestra alegría, el poder de hacer… las ganas de reconstruir… de atar… de volver a ligar… EL pasaje por la emoción les permite a los chicos retirarse de ese determinismo que les es impreso y que ellos también comienzan a creer.

Nos gusta pensar a la institución como un interlocutor que irrumpe en la escena cuando han desaparecido otros, cuando se está ante la dificultad de encontrarse con quienes les cuenten la historia pensándolos como un actor más… Sostener entonces una ley, una palabra… para desde allí habilitarlos a que se apropien de su propia historia. Y, como condición inevitable, que a la vez puedan inscribirla junto a la de otros, a la de sus familias, a las de sus pares, sus grupos de pertenencia.

Acerca del desafío

Uno de los desafíos con los que nos enfrentamos es el de poder mantener la calidad de contacto con los niños ante el sostenido crecimiento de la institución.

Sin duda, nos produce un enorme agobio la estrechez de respuestas ante el crecimiento de la pobreza y ante una realidad tan angustiante, ante esto nos vemos inmersos en esta disyuntiva: la dificultad de trabajar juntos o la urgencia de acompañarnos en el diseño de herramientas que nos permitan operar en estas nuevas realidades. Herramientas y límites que faciliten la sistematización, nuevos dispositivos que respondan a los cambios que se van dando en el contexto dado que la población con la que trabajamos ha cambiado notablemente, en características y magnitud. El gran desafío entonces, consiste en trabajar con 250 chicos, con la misma pasión con la que trabajábamos con 20. De lo contrario correríamos el riesgo de convertirnos en una institución más de las que miden su eficiencia por la cantidad de niños a los que atienden.

Abrirse, ceder, tolerar, acceder sin renunciar, sin replegarse… ceder como condición indispensable para el crecimiento.

Nuestro trabajo se hace en el mientras tanto. Acompañando, no en el sufrimiento, no en el deterioro. Ofreciendo elementos de análisis que les permitan superar la paradoja “la calle es libre”. No hay libertad posible sin lazo social, en la intemperie. Hay que construir un lugar. Un lugar para ellos, para nosotros, es decir, hacer lugar a la posibilidad.




También a la posibilidad de transmitir acerca de nuestros intentos, de nuestras ganas, de la realidad que nos atraviesa y de las herramientas que construimos para luchar contra los molinos de viento... Sabemos que no es posible ganar todas las batallas y que ni siquiera la satisfacción habita en la victoria, quienes apuntan solo a ella, y parafraseando al quijote... “no saben nada de aventuras La nuestra se sigue desplegando aquí... junto a los chicos y a muchos otros que todavía no han renunciado al placer de jugar por jugar... de disfrutar ese “mientras tanto” junto a otros, construyendo cotidianeidades que nos permiten alcanzar la certeza de como nos gustaría vivir...

Marcela Lapenna y Delfina

viernes, 15 de marzo de 2013

Fortalecer la Esperanza

“Cerca, Rosario siempre estuvo cerca”, canta Fito Páez en un tema dedicado a otro rosarino, y es cierto, Rosario, segunda ciudad argentina, siempre estuvo para mí más cerca de lo que podía imaginar, pero no lo descubrí sino hace dos años, un amigo de allá, el Fer, habla de cercanas lejanías, paseando por las calles de Rosario, hablando con su gentes, sé que estar allá es sentirme en casa, aunque me encuentre a miles de kilómetros del lugar donde nací...

Aparecí en Rosario en septiembre de 2002, tras la crisis, y nunca había estado en la Argentina, la presentía, la imaginaba, la soñaba, la leía, la veía, pero no sabía lo que era realmente, las perspectivas no eran buenas, un país hundido en la crisis, con problemas sociales, políticos y económicos que parecían estructurales más que coyunturales, y a trabajar en un centro de día para chicos de la calle como voluntaria, muchas ganas, pero total desconocimiento de la situación...


Y regresé a casa del Fer, y digo regresé porque me parecía que ya había estado allá, y lo que encontré fue una ciudad hermosa, que me recibió con los brazos abiertos, y grandes personas, mis amigos y amigas, que me ayudaron y compartieron conmigo sus conocimientos...y sus sentimientos ...en Rosario también encontré dolor, pero imagino que eso es lo que hace que una ame un lugar, el saber que ese es un lugar en el que se ha vivido, no en el que simplemente se ha estado de paso, y vivir significa trabajar, amar, sufrir, disfrutar, reír, llorar, compartir, descansar, aprender....

Rosario es, como dice una querida amiga, la ciudad del río marrón, el Paraná, el gran río cuya orilla contraria ni siquiera se puede divisar desde lo alto del Monumento a la Bandera, Rosario es la ciudad del mosquito rosarino, el que te pica y ya no te deja nunca más estar tranquila, te hace regresar una y otra vez allá, Rosario es la ciudad de la Estación Fluvial y de los clubes de pesca, para tomarse una cerveza y cenar con vistas al río, Rosario es la ciudad de dos de los clubes más grandes de la Argentina, el Rosario Central y el Newell´s Old Boys, y digo grandes porque sus canchas se llaman “El gigante de Arroyito” y “El coloso del parque”, para que quede claro que son muy, muy, grandes, Rosario es, como no, la ciudad en la que nació el Ché, ese “guerrillero loco que mataron en Bolivia”....Rosario es todo esto, y mucho más, porque también es una ciudad de grandes contrates sociales, es una ciudad en la que la crisis golpeó muy duramente, cierre de factorías, de comercios, del puerto, niños y niñas en la calle, pequeños héroes de la miseria reinante, fuerte crecimiento de las villas que rodean la ciudad,...abandono, suciedad, y ,sin embargo, frente a ello un gran movimiento social que trabaja por y para los excluidos, Holderlin dijo “allá donde crece el peligro crece también la salvación”, y es cierto, emprendimientos como CHICOS, el centro de día para chicos y chicas de la calle al que fui a trabajar, y muchos otros...

De Rosario tengo muchos recuerdos, más que recuerdos son vivencias, me acompañan día a día y forman parte de mi presente, no de mi pasado, en parte han hecho lo que soy, y han determinado lo que quiero, la primera tarde que pasé allá me encontré con un chico, él me contó una historia sobre un niño que paseaba por la playa devolviendo al agua las estrellitas de mar que la marea baja había dejado en la arena, estando en esas un hombre reclamó su atención y le preguntó que hacía, el chiquito respondió que devolver las estrellas a su lugar, para que no muriesen, y el hombre se rió, fuerte, duro, y le dijo que si no se daba cuenta que la playa era inmensa y los kilómetros de costa más, y que cuando él estuviese en un sitio el mar iba a depositar nuevas estrellas en la arena, y que su labor era inútil y no merecía la pena...el niño le miró y le mostró la estrella que tenía en las manos, la devolvió al mar y le contestó: a ésta si le merece la pena... “una gota de agua no hace un océano, pero ayuda a formarlo”, en Rosario aprendí lo que ya antes había intuido pero no me atrevía siquiera a expresar, el aprendizaje no fue fácil, ni ha terminado, por supuesto, pero ha merecido la pena....por eso regresar, por tercera vez, a Rosario significa fortalecer mis esperanzas, fortalecer mis creencias, fortalecer mis sentimientos hacia una ciudad y unas gentes que me enseñaron la diferencia entre tener y vivir, y elegí vivir....

Yolanda Rodríguez Villegas

viernes, 30 de noviembre de 2012

Una cadena humana en el Centro Achalay en San Blas




“Una cadena humana. Eso es lo que  convirtió lo que prometía ser un trabajo hercúleo de unas horas, en un rato  breve de risas, miradas y bromas. Achalay sigue adelante con su compromiso de estar cerca de los que más nos necesitan, esta vez de la mano del recién creado Banco de Alimentos vinculado al Centro de día para la juventud e infancia de San Blas y gracias a  la infinita generosidad de Mocitos, empresas que en la crisis se vuelcan para contribuir aun más con la mejora de la sociedad en la que operan.

En esta ocasión la misión era descargar una tonelada de alimentos, unos cinco palés cargados hasta arriba de conservas básicas para ayudar a las más de 100 familias de los chicos que día a día se acercan al centro.

Ya era un regalo el que Mocitos desinteresadamente nos donara semejante cantidad y nos lo dejara en la misma puerta, para simplemente recogerlo y almacenarlo para preparar los lotes de comida a distribuir en el barrio. Sin embargo, este regalo se hizo de repente aun más grande, de nuevo gracias al efecto Achalay que parece no agotarse. Nuestras empresas estuvieron allí con nosotros Olswang, Linklaters y Santander. No sólo nos ayudan con ideas y oportunidades y soportan económicamente el centro, sino que además, su compromiso rompe barreras y llega a cada uno de sus empleados, que se sienten parte de la aventura en la que sus empresas se embarcan.

Tampoco faltaron a la cita las familias del barrio, los padres y madres de  nuestros chicos del centro, demostrando su compromiso, su cuota de responsabilidad, su amor por los suyos. Porque ellos reciben
pero saben dar más, y más aun de lo que reciben.



También estuvo con nosotros la junta y la familia de la junta y los amigos de la junta. Quienes nos rodean y nos quieren saben que Achalay lo es todo para nosotros, nos roba tiempo y energía pero para devolvernos aun más para seguir soñando y trabajando por que este mundo de garabato en el que soñamos se haga más grande cada día.

Y en esos minutos mientras recogía a la izquierda y entregaba a la derecha melocotones, guisantes y judías, mientras escuchaba las risas nerviosas de las madres, sabedoras de que una de esa latas seria la
cena del lunes próximo, me vino a la cabeza aquellos días de inicio de esta aventura, cuando decidimos abrir el centro de san Blas.

Fue una decisión difícil, por el compromiso que suponía, por la inversión que implicaba y. fundamentalmente porque nos costaba entender el sentido a un centro así en Madrid. Robando palabras a
Steve Jobs en su discurso de apertura del curso del 2005 en Stamford, uno no puedes conectar los puntos hacia adelante, solo puedes hacerlo hacia atrás.

El viernes, en San Blas, recogiendo comida para el banco de alimentos de Achalay, entre amigos, entre familia, arropados por nuestras empresas, vi como lo puntos se unían y daban sentido a todo. Entonces
no lo sabíamos, pero embarcarnos en esta aventura en 2008 nos aseguraba estar preparados y listos para responder a esta crisis con la fuerza del que sabe que está listo para hacerle frente, con la confianza del que cree que Achalay es una pequeña pieza que completa el puzle en el que muchos vemos que este es el camino para crear un mundo más justo.

Gracias a todos por seguir a nuestro lado"

Carmen Valentín-Gamazo


El pasado viernes 23 de Noviembre se vivió un momento mágico y cooperativo en nuestro Centro de Achalay San Blas. Ante la generosidad de una empresa murciana de alimentación, Los Mocitos, que nos ha donado más de una tonelada de conservas de verduras, frutas y legumbres para colaborar con nuestro joven Banco de Alimentos, se pidió la ayuda, colaboración y esfuerzo de todo aquél y aquella que pudiese echarnos una mano en la descarga del camión; y la respuesta tanto de las familias como de los voluntarios fue excepcional y todos y todas colaboraron mano a mano creando una “gran cadena” de trabajo, que con humor y alegria y mucha disposición, hizo que los kilos “no pesasen” y todo el trabajo se hiciese en un periquete. A todas las mamis, papis, hermanos, primos, tias, voluntarias y voluntarios venidos desde todos los puntos de Madrid. OS QUEREMOS DAR LAS GRACIAS DE TODO CORAZÓN

Y justo el día después de la gran descarga de conservas realizamos la segunda entrega de alimentos. Completamos cada lote con las conservas Mocitos recién recibidas. De nuevo las familias estuvieron muy agradecidas por la ayuda, de las conservas lo que más gustó fueron los melocotones en almíbar, la gran mayoría comentaron que a los niños les iba a encantar para el postre. Además, entre entrega y entrega, las amas de casa nos hacían sus comentarios para ayudarnos a mejorar y optimizar los lotes, que si el arroz largo es más fácil de cocinar que el normal, mejor arroz para las familias latinas/asiáticas y pasta para la españolas, más barato el aceite de girasol que de oliva para cocinar.....

sábado, 20 de octubre de 2012

Inés we can

"Os mandamos el mensaje de ayuda que nos mandan los padres de Inés, colaboradores de Achalay de la empresa Oslwang. Si alguno queréis o podéis ayudar, podéis contactar con ellos a través de los datos que encontraréis más abajo"

Hola a todos,
Permitidme que os presente a Inés.
Inés es compañera de escuela de la hija de un compañero nuestro. Los que la conocen dicen que es una niña inmensamente feliz y muy cariñosa. Su historia nos ha sobrecogido el corazón: tras superar un cáncer de riñón  la enfermedad se le ha reproducido en el cerebro.

El tratamiento que requiere es muy específico y apenas puede llevarse a cabo en unos pocos lugares del mundo y con un coste muy elevado. De ahí que naciese la iniciativa ‘Inés we can’ para tratar de recaudar entre todos la ayuda necesaria o, al menos, aportar nuestro granito de arena.
Inés vive con sus padres en Alcobendas. El  pasado junio, el club de rugby local donde juega su hermano organizó un evento solidario que ayudó a movilizar a la sociedad madrileña y que sirvió para recaudar fondos. Una luz al principio del túnel que se desvaneció al sufrir la pequeña Inés una recaída que hace necesaria de nuevo la ayuda de todos.

Hace algunas semanas los médicos le detectaron dos nuevas metástasis cerebrales y fue operada de urgencia. Su pronóstico es muy grave y su esperanza de vida pasa por un tratamiento de rescate en Nueva York o París cuyo inicio es inminente. Los papás de Inés ya han viajado con ella a la capital francesa, donde siguen luchando y animando a Inés mientras la ayuda que esperan llega.

Aunque la familia ha pedido ayuda a toda la sociedad y las iniciativas solidarias se multiplican, no podemos quedarnos de brazos cruzados ante este llamamiento. Inés tiene, además de su pagina web, su página propia en Facebook. Os pedimos vuestra solidaridad con Inés y su familia, y si os es posible, una aportación económica que podréis hacer en la cuenta 0049-1663-11-2910138258.

Sabemos que son tiempos difíciles, pero muchas pequeñas aportaciones regalarán esta nueva oportunidad a la pequeña Inés.

domingo, 14 de octubre de 2012

ONGs y entidades sin ánimo de lucro intensificamos nuestra labor en España

De la misma forma que Achalay decidió apostar por la acción social en España a través del proyecto Madrid, son muchas las entidades sin ánimo de lucro (ONGs, Asociaciones, Fundaciones e incluso agrupaciones de vecinos, parroquias y particulares) que están instensificando su actividad con los vecinos de sus propias ciudades.

Entidades reconocidas como Cruz Roja o Cáritas, están incrementando notablemente su actividad a nivel nacional para apoyar a aquellas familias que se enfrentan al paro, la exclusión social e incluso la pobreza. Recientemente Cruz Roja ha lanzado la campaña "Ahora + que nunca".

Colabora con el Proyecto Madrid de Achalay España y estarás ayudando a cientos de familias


Si quieres colaborar con un proyecto en España que ayuda a cientos de niños madrileños y sus familias, hazte socio de Achalay España [hazte socio] o infórmate más en www.achalay.es 

UNICEF presenta el II Informe sobre infancia en España

La Directora Ejecutiva de UNICEF España, Paloma Escudero, ha presentado los datos del segundo informe sobre la Infancia en España. 

En España, casi 2.200.000 niños viven por debajo del umbral de la pobreza, siendo el colectivo más afectado por la crisis económica, según recoge un informe elaborado por UNICEF España. La pobreza infantil, estabilizada durante años en torno al 24% de la población menor de edad, ha superado el 26%, un porcentaje que está casi cinco puntos por encima de la media nacional en 2011 y que nunca se había alcanzado para esta franja de edad desde que existe la Encuesta de Condiciones de Vida (2004).